Muchas veces fui llamada a la escuela de mi hijo en el primer año principalmente que vivimos en USA. Era una pesadilla para mí presentarme ante el director o las profesoras o los dos, con un inglés muy pobre. Pensaba constantemente «ya lo voy a aprender». Pero no hacía lo más mínimo por ello porque me confiaba que siempre había álguien en la escuela para ayudarme con la traducción. Hasta que un día esa persona que me ayudaba no estaba en todo el edificio escolar. Con lenguaje corporal, es decir, moviendo mis manos, ojos, y el resto de mi cuerpo, quería que me entendieran con el poco inglés que sabía. Me miraron con lástima, (es lo que me pareció), u otro sentimiento es decir, no entendieron nada o muy poco de lo que yo quería expresar. Debía decirles que mi hijo se defendía, no atacaba. En fin, salí de allí con la firme convicción de que si quería defender a mi hijo, tenía que buscar un buen curso de inglés y ponerme a estudiar para poder expresar todo lo que yo sentía en mi mente y corazón.