En los primeros meses como residente de Estados Unidos estuve conociendo los nombres en inglés de las comidas especialmente, lo cual considero de suma importancia para no pasar hambre. Me encantaban los bagles, sobretodo tostaditos y con queso cremoso acompañados por un rico café. Casi siempre iba acompañada de alguna persona que hablaba inglés mejor que yo y ella hacía el pedido, pero un día, caminando por una calle céntrica vi un negocio de bagles, «¿por qué no?» me dije y resolví entrar y comerme esa «delicia», no sin antes ensayar varias veces cómo iba a hacer mi pedido en inglés. El joven que me atendió me hizo una pregunta y era eso lo que yo más temía. No entendí nada. Le pedí que repitiera y lo hizo dos o tres veces y yo continuaba sin entender. La señora que estaba detrás mío en la fila comenzó a hacer su pedido y el muchacho continuó a atenderla y yo quedé allí esperando. Percibí que la señora le dijo algo sobre mí y el muchacho le dijo lo mismo que me había preguntado a mí. Me quedaron esas palabras gravadas en mi mente, salí a la calle frustrada y después de haber caminado unas cuantas cuadras me di cuenta … me había preguntado si me iba o me quedaba a comer allí. «Qué burra»! me dije, casi siempre adivinaba lo que preguntaban pero como me puse nerviosa, no pude darme cuenta. Es difícil vivir adivinando y más fácil ponerse a estudiar inglés para no quedarse con las ganas de comer ese bagle deseado o cualquier otra delicia. No les parece?