Hacía poco tiempo que había llegado a Estados Unidos y no conocía bien el barrio en donde vivía. Un día me dirigía a mi trabajo y tenía que tomar un ómnibus. Un pariente en la casa me indicó la calle en donde tenía que tomar ese dichoso ómnibus pero no me explicó de qué lado. Yo tomé el que iba para el lado contrario, pero estaba confiada que había hecho lo correcto. Cuando llegó al final del recorrido, percibí que estaba en un lugar totalmente extraño. No podía preguntar a nadie por que no sabía cómo, no hablaba inglés. Entonces bajé del ómnibus y comencé a caminar en sentido contrario, la chofer se dió cuenta de mi equivocación y cuando retomaba su recorrido habitual detuvo el ómnibus y me llamó, haciendo señas para que subiera y ella me llevaría para el otro lado sin cobrarme nuevamente. Pasé mucha verguenza, sobretodo por las otras personas que viajaban en el ómnibus al mismo tiempo que me prometía con mucha convicción buscar un buen curso de inglés y ponerme a estudiar seriamente. Ese día llegué tarde a mi trabajo aparte de tener esa amarga experiencia.